domingo, 1 de mayo de 2011

ME PRESENTO

Cuando era pequeña, de mayor quería ser pintora; si hubiera estado muy solicitada la profesión, hubiera elegido escritora y, como última opción, tener un trabajo en el que nadie me mandase. Ya soy mayor, demasiado mayor para elegir otra cosa. Si en una futura reencarnación debiera optar (debo acertar, no sea que se cumpla y te jorobe la vida) elegiría ser “mujer florero”.

He llegado a una, creo, sabia decisión. Debo tener mucha cautela al expresarla, ya es difícil que exista una reencarnación; imposible, dos.

Pero lo tengo tan claro, tan claro que creo no equivocarme. Dada mi experiencia -siempre tuve claras, claras todas mis determinaciones y clara, claramente erré en todas-, esta vez no será así: seré mujer florero.

Eso suponiendo que me volviera a reencarnar en una mujer. En caso de hacerlo en un hombre, una vaca o una flor; no viene al caso elegir. En lo primero, porque sea lo que sea a lo que optes, siempre tendrás una palmadita en la espalda para animarte. A no ser que quieras ser travesti; y, aún así, estarían las palmaditas del resto de travestis haciendo más confortable el camino. ¿Qué decir de la flor o de la vaca? Las pobres no optan, allí están cumpliendo lo que otros quieran hacer de ellas: matarlas, quererlas, o dejarlas con las otras de su especie. No, estos dos casos no cuentan.

Deberé razonar mi opción de querer ser mujer florero, comienzo un blog y deseo tener muchos seguidores, millones si fuera posible. Con ellos discutiré esta opción y, puede, que cambie a piedra o a estrella; o, quizá, dejaré que el azar me reencarne en lo que le dé la gana, que para ello tiene millones de años de experiencia.

¡Plaf! Mi reencarnación llegó antes de tiempo. ¡Qué mona estoy! ¿No les parece?

Tengo algunas amigas que se las iré presentando poco a poco. Milagros es una de ellas aunque no sé si debo mencionarla. A poco que no le gusten mis comentarios, a poco que se enfade, te coge de los pelos y te quedas sin melena. Es como un toro, no en vano su signo es Tauro.

Le contaré mi entorno, creo que es lo más acertado, lo que puede que haga que me comprenda

Mire usted, no es que sea tisquimiquis con la gente, de echo me llevo bien con la mayoría, pero hay personas con las que no puedo, como si fueran un grano reventón en las narices.

Pongamos por ejemplo mi vecina del bajo. No es mala gente, pero no me fío de las mujeres que van siempre con los rulos puestos, como si los rulos formaran parte de su cabeza: implantados, como una muela que se le hubiera caído. Me da en la nariz que es de las que fisgonean por la mirilla a cualquier hora. A mi eso me molesta, segura estoy que conoce mis amoríos al pie de la letra. Y es que no falla, dé cuerda a un hombre y te habrá quitado la camisa al entrar al portal.

No puede caerme peor la señora, y eso que se ofrece para subirme el pan si lo necesito, pero con una sorna del estilo: Anda, guapa, que el de ayer no podía ser más feo y ¡cómo te lo montaste! y me dan ganas de contestar: ¡Ya me dirá usted si se le compara con su marido!, pero es de las que jurarían llorando que no había dicho nada, de las que lo promulgarían por el vecindario que estoy más loca de lo que, en realidad, estoy. Mejor callarme la boca.

Es que a esta mujer le pierde el sexo, se lo digo yo, por hablar de él ¡mata! Conozco, por ella, todos los romances de las chicas jóvenes del barrio (de las guapas, que de las feas no habla) y las infidelidades de los maridos (de los feos, que de los guapos no habla). ¡Un caso es doña Rulos!

Y luego está el mocoso del séptimo, el que te da una patada en la espinilla cuando bajas con él en el ascensor, el que te señala que tienes cuatro pelos en la pierna un domingo por la mañana. “Mira, mamá, tiene pelos”, dice, y su mamá sonríe orgullosa “Es tan natural, tan espontáneo” y tú no sabes si la contestación es por amor de madre, por que es tonta del culo o por venganza porque su marido se hizo el encontradizo conmigo para llevarme las bolsas del “super”.

¡Qué martirio lo de los vecinos!

Tengo muchas cosas qué contar aunque sea una mujer florero me funcionan dos neuronas.

¡Válgame Dios!, ¡no me diga que le estoy aburriendo!

Mañana seguimos…